HOLA A TODOS/AS:
AHORA QUE SE ACERCAN LAS VACACIONES Y TENEMOS MÁS TIEMPO, PODEMOS APROVECHAR PARA LEER UN POQUITO, OS VAMOS A PRESENTAR ALGUNAS LECTURAS AMBIENTADAS EN SEVILLA. ADEMÁS TAMBIÉN NOS HEMOS ATREVIDO A RESALTAR CIERTAS ÓPERAS......
- El burlador de Sevilla y convidado de piedra
El
burlador de Sevilla y convidado de piedra
es una obra de teatro
que por primera vez recoge el mito de Don
Juan Tenorio,
sin duda, el personaje más universal del teatro español. De autoría
discutida, se atribuye tradicionalmente a Tirso
de Molina
y se conserva en una publicación de 1630, aunque tiene como
precedente la versión conocida como Tan
largo me lo fiais
representada en Córdoba en 1617 por la compañía de Jerónimo
Sánchez. Alfredo Rodríguez López-Vázquez señala al dramaturgo
Andrés
de Claramonte
como autor de la obra en función de pruebas de carácter métrico,
estilístico e histórico.1
2
Sin embargo, tanto Luis Vázquez como José María Ruano de la Haza
la dan sin dudar como obra de Tirso y otros críticos concluyen que
tanto El
burlador
como el Tan
largo me lo fiais
descienden de un arquetipo común del Burlador
de Sevilla
escrito por Tirso entre 1612 y 1625.
Argumento
Un
joven noble español llamado Don Juan Tenorio seduce en Nápoles a la
duquesa Isabela haciéndose pasar por su novio, el duque Octavio, lo
que ella descubre al querer alumbrarle con el farol. Tras esto, en la
huida va a parar a la habitación del Rey, quien encarga al guardia
Don Pedro Tenorio (pariente del protagonista) que atrape al hombre
que ha deshonrado a la joven. Al entrar Don Pedro en la habitación y
descubrir que el burlador es su sobrino, decide escucharle y ayudarle
a escapar, alegando más tarde que no pudo alcanzarlo debido a su
agilidad al saltar desde la habitación a los jardines.
Tras
esto, Don Juan viaja a España y naufraga en la costa de Tarragona;
Catalinón (su criado) consigue llevarlo hasta la orilla, donde les
aguarda la pescadora Tisbea, que ha oído su grito de socorro. Tisbea
manda a Catalinón a buscar a los pescadores a un lugar no muy lejano
y en el tiempo que están ellos solos Don Juan la seduce y esa misma
noche la goza en su cabaña, de la que más tarde huirá con las dos
yeguas que Tisbea había criado.
Cuando
Don Juan y Catalinón regresan a Sevilla, el escándalo de Nápoles
llega a oídos del rey Alfonso XI, quien busca solucionarlo
comprometiéndolo con Isabela (el padre de Don Juan trabaja para el
rey). Mientras, Don Juan se encuentra con su conocido, el Marqués de
la Mota, el cual le habla sobre su amada, doña Ana de Ulloa, tras
hablar de burlas, “ranas” y mujeres en todos los aspectos; y como
el Marqués de la Mota dice de Ana que es la más bella sevillana
llegada desde Lisboa, Don Juan tiene la imperiosa necesidad de
gozarla y, afortunadamente para él, recibe la carta destinada al
Marqués, al que luego informará de la cita pero con un retraso de
una hora para así él gozar a Ana. Por la noticia de la carta de Ana
de Ulloa, Mota le ofrece una burla a Don Juan, para lo cual éste ha
de llevar la capa del Marqués, que se la presta sin saber que la
burla no iba a ser la estipulada, sino la deshonra de Ana al estilo
de la de Isabela.
Don
Juan consigue engañar a la dama, pero es descubierto por el padre de
esta, Don Gonzalo de Ulloa, con quien se enfrenta en un combate en el
que Don Gonzalo muere. Entonces Don Juan huye en dirección a
Lebrija.
Mientras
se encuentra lejos de Sevilla, lleva a cabo otra burla,
interponiéndose en el matrimonio de dos plebeyos, Aminta y Batricio,
a los que engaña hábilmente: en la noche de bodas, Don Juan llega a
parecer interesado en un casamiento con Aminta, quien lo cree y se
deja poseer.
Don
Juan vuelve a Sevilla, donde se topa con la tumba de Don Gonzalo y se
burla del difunto, invitándole a cenar. Sin embargo, la estatua de
éste llega a la cita ("el convidado de piedra") cuando
realmente nadie esperaba que un muerto fuera a hacer cosa semejante.
Luego, el mismo Don Gonzalo convida a Don Juan y a su lacayo
Catalinón a cenar a su capilla, y Don Juan acepta la invitación
acudiendo al día siguiente. Allí, la estatua de Don Gonzalo de
Ulloa se venga arrastrándolo a los infiernos sin darle tiempo para
el perdón de los pecados de su “Tan
largo me lo fiais”,
famosa frase del Burlador que significa que la muerte y el castigo de
Dios están muy lejanos y que por el momento no le preocupa la
salvación de su alma.
Tras
esto se recupera la honra de todas aquellas mujeres que habían sido
deshonradas, y puesto que no hay causa de deshonra, todas ellas
pueden casarse con sus pretendientes.
- Don Juan Tenorio
Don
Juan Tenorio
es un drama romántico en dos partes publicado en 1844
por José
Zorrilla.
Constituye, junto con El
burlador de Sevilla y convidado de piedra
(1630),
atribuida a Tirso
de Molina
y de la que Don
Juan Tenorio
es deudora, una de las dos principales materializaciones literarias
en lengua española del mito
de Don
Juan.
Argumento
Primera
parte (Transcurre en la noche del carnaval)
Hace un tiempo Don Juan y Don Luis Mejía habían hecho una apuesta doble, en la cual se trataba «quién de ambos sabía obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año» y «quien de los dos se batía en mas duelos y quien seducía a mas doncellas». La historia inicia un año después de esa apuesta, por lo tanto, Don Luis Mejía y Don Juan se vuelven a encontrar en la hostería del Laurel de Buttarelli, en Sevilla; donde comparan sus hazañas.
La
apuesta se ha vuelto un gran escándalo en Sevilla, sin embargo,
nadie sabe a ciencia cierta lo que sucede. Durante la noche, arriban
a la Hostería del Laurel, propiedad de Butarelli, en busca de
conocer a fondo los detalles de dicha apuesta.
Don
Gonzalo, padre de doña Inés, la prometida de don Juan, se ha
enterado de la apuesta, y va a la hostería a cerciorarse de lo que
ha oído. Igualmente don Diego, padre de Don Juan, quiere ver "el
monstruo de liviandad a quien pude dar el ser".
Los
rivales cuentan los muertos en batalla y las mujeres seducidas, al
finalizar Don Juan queda como vencedor, sin embargo Don Luis lo
vuelve a desafiar diciéndole a Don Juan que lo que le falta en la
lista es «una novicia que esté para profesar», entonces Don Juan
le vuelve a apostar a Don Luis que conquistará a una novicia, y que
además, le quitará a su prometida, Doña Ana de Pantoja.
Don
Luis, ante las palabras del otro, envía a su criado, Gastón, a
avisar a la justicia; mientras que don Juan hace lo mismo con Ciutti.
Al
oír el desafío, el comendador Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña
Inés, que llevaba en un convento desde su infancia y estaba
destinada a casarse con Don Juan, deshace el matrimonio convenido.
A
la hostería llegan dos rondas de alguaciles que ponen bajo arresto a
los dos nobles.
Don
Luis logra salir de la cárcel y va con doña Ana para suplicarle que
se mantenga firme ante Don Juan, que irá tras ella. Don Juan también
sale, y en la calle de la casa de Doña Ana, hace encerrar a don
Luis. Luego, conversa con Brígida, la beata comprada del convento,
que le explica como entrar en el convento sin ser visto.
La
última acción de Don Juan, para asegurar la apuesta, es llamar a
Lucía, la sirvienta de Doña Ana, para pedirle que abra las puertas
de la casa a cambio de dinero y a las diez de la noche. Lucía
accede.
En
tanto, Doña Inés lee una carta de Don Juan, en la que declara
abiertamente su amor hacia ella. Cuando ha concluído, Don Juan
penetra en la celda, lo que provoca que se desmaye. Don Juan la toma
y la lleva a su casa. Don Gonzalo llega tiempo después, a contarle a
la madre abadesa que la dueña de Doña Inés está comprada, y teme
por su bienestar. Aparece entonces la hermana tornera, anunciando la
desaparición de Doña Inés.
En
la casa de Don Juan, doña Inés cae en las redes del galán. Unidos
por su amor, están dispuestos a todo. En ese momento, llega Don
Luis, que quiere matar a Don Juan. Casi después, llega Don Gonzalo,
con gente armada. Don Juan manda a Don Luis a una habitación
contigua para que espere.
Don
Juan se humilla ante Don Gonzalo suplicando que le conceda a su hija
a cambio de pruebas que él mismo dispone. Don Gonzalo se niega. Don
Luis sale del cuarto y trata de aliarse con el comendador para matar
a Don Juan, pero finalmente resulta ser éste último el matador,
dándole un balazo a Don Gonzalo y una estocada a Don Luis.
Don
Juan huye de Sevilla en un bergantín hacia Italia
Segunda
parte
Cinco
años después de la acción anterior, Don Juan vuelve a Sevilla y
realiza una visita al panteón de la familia Ulloa, donde están
enterrados Don Luis y El Comendador. Admirando las estatuas, don Juan
descubre un sepulcro inesperado, el de doña Inés.
Llegan
al lugar Centellas y Avellaneda, la presencia de estos dos viejos
amigos hace que don Juan los invite a su casa a cenar. También
invita al Comendador, aunque sabe que ha fallecido. Más tarde
mientras se encuentra cenando, suena un aldabonazo y hace su
aparición el espectro del Comendador que acude con el objetivo de
conducir a Don Juan al Infierno. Sin embargo Doña Inés intercede y
logra que ambos suban al Cielo entre una apoteosis de ángeles y
cantos celestiales.
ESTATUA
DON JUAN TENORIO
Plaza
de Refinadores, barrio de Santa Cruz, Jardines de Murillo, Sevilla.
- Tradiciones y leyendas sevillanas de José María de Mena:
Sevilla
es una de las ciudades españolas y europeas más cargadas de
historia. Por ello, la capital andaluza es sumamente rica en leyendas
y tradiciones que se remontan a tiempos muy antiguos. ¿Fundó
Hércules la primitiva Sevilla? ¿Murió realmente Don Rodrigo en la
Batalla de Guadalete? ¿Qué hacen las sevillanas para que llueva o
para que no llueva? ¿Qué son los seises de la catedral hispalense?
Las historias del Cid, de don Juan Tenorio, de Bécquer… todas
estas fascinantes leyendas vienen de la mano de José María de Mena,
uno de los principales investigadores de las leyendas de España.
- El barbero de Sevilla.
El
barbero de Sevilla
(título original en italiano,
Il
barbiere di Siviglia)
es una ópera
bufa
en dos actos con música de Gioachino
Rossini
y libreto
en italiano de Cesare
Sterbini,
basado en la comedia
del mismo nombre (1775) de Pierre-Augustin
de Beaumarchais.
El estreno (bajo el título Almaviva,
o la precaución inútil)
tuvo lugar el 20 de febrero de 1816, en el Teatro
Argentina,
Roma. Fue una de las primeras óperas italianas que se representó en
los Estados Unidos de América, estrenándose allí en el Park
Theater
de Nueva
York
el 29 de noviembre de 1825.5
El
barbero
de Rossini ha demostrado ser una de las grandes obras maestras de la
comedia dentro de la música, y ha sido descrita como la ópera bufa
de todas las óperas bufas. Incluso después de doscientos años, su
popularidad en la escena de ópera moderna atestigua su grandeza.
Argumento
Época:
siglo XVII.
Acto
I
Plaza
enfrente de la casa del doctor Bartolo, en Sevilla
En
una plaza pública en las afueras de la casa del viejo doctor
Bartolo, una banda de música y un pobre estudiante llamado Lindoro
están dando una serenata, sin resultado, ante la ventana de Rosina
(Ecco
ridente in cielo
- "Aquí, riendo en el cielo"). Rosina es una pupila del
doctor y éste quiere casarse con ella. Lindoro, quien en realidad es
el joven Conde Almaviva disfrazado, espera conseguir que la bella
Rosina le ame por sí mismo y no por sus títulos o su dinero.
Almaviva paga a los músicos cuando se marchan, quedando él
entristecido y solo.
Fígaro,
que presume de ser el barbero más famoso de Sevilla y de que eso le
abre todas las puertas, se acerca cantando (Aria: Largo
al factotum della città
- "Abrid paso al factótum de la ciudad"). Aprovechando que
Fígaro fue en el pasado sirviente del Conde, éste le pide ayuda
para encontrarse con Rosina, ofreciéndole dinero en caso de que
logre arreglarlo. (Duo:
All'idea
di quel metallo
- "A la idea de aquel metal"). Fígaro aconseja al Conde
que se disfrace de soldado borracho, para que le sirva de pretexto
para que el doctor Bartolo le dé alojamiento en su casa. Fígaro es
generosamente recompensado por esta sugerencia.
Casa
del doctor Bartolo
La
escena comienza con la cavatina
de Rosina: Una
voce poco fa
- "Una vocecita hace poco". (Esta aria fue originalmente
escrita en la tonalidad de Mi
mayor
para una voz de mezzosoprano,
pero a veces se traspone un semitono
hasta Fa
mayor
para que lo interpreten sopranos
de coloratura,
dándoles la oportunidad de cantar cadencias extras ligeramente
tradicionales a veces llegando a res altos o incluso fas, como en el
caso de las interpretaciones de Diana
Damrau.)
Rosina
escribe una carta a Lindoro. Conforme está abandonando la
habitación, entran el Dr. Bartolo y D. Basilio, un profesor de
música. Éste le cuenta sobre la llegada a Sevilla del conde de
Almaviva enamorado en secreto de Rosina. Bartolo sospecha del Conde y
pretende firmar el acta de casamiento con Rosina ese mismo día, y
Basilio le aconseja que se quite de enmedio al conde creando rumores
falsos sobre él (esta aria, La
calunnia è un venticello
- "La calumnia es un vientecillo" casi siempre se canta un
tono
inferior a la original en re mayor).
Cuando
los dos se han ido, entra Fígaro a la casa y se entrevista con
Rosina. Fígaro le pide a Rosina que escriba una carta a Lindoro y
que Fígaro le hará llegar a Lindoro. (Dúo: Dunque
io son…tu non m'inganni?
- "Entonces yo soy la que... ¿no me estás engañando?").
Aunque sorprendida por Bartolo, Rosina consigue engañarlo, pero
sigue sospechando. (Aria: A
un dottor della mia sorte
- "A un doctor como yo").
Conforme
la sirviente del Dr Bartolo, Berta, intenta abandonar la casa, se
encuentra con el Conde disfrazado de soldado ebrio. Temiendo a este
borracho, Berta se apresura a acudir donde Bartolo en busca de
protección e intenta alejar al supuesto borracho, pero no lo logra.
El Conde consigue unas palabras con Rosina, susurrándole que es
Lindoro y entregándole una carta. El vigilante Bartolo sospecha y
exige saber qué es esa pieza de papel en las manos de Rosina, pero
ella le engaña entregándole la lista de la lavandería. Bartolo y
el Conde empiezan a discutir y, cuando Basilio, Fígaro y Berta
aparecen, el ruido atrae la atención del oficial de la guardia y sus
hombres. Bartolo cree que el Conde ha sido arrestado, pero Almaviva
sólo tiene que mencionar su nombre al oficial para quedar en
libertad. Bartolo y Basilio están asombrados, y Rosina se burla de
ellos. (Final: Fredda
ed immobile
- "Fría e inconmovible").
Acto
II
Casa
del doctor Bartolo
Almaviva
de nuevo aparece en casa del doctor, esta vez disfrazado como alumno
de canto y pretendiendo actuar como un sustituto de su supuestamente
enfermo maestro Basilio, el habitual maestro de música de Rosina.
Inicialmente, Bartolo sospecha, pero permite a Almaviva entrar cuando
el conde le da la carta de Rosina. En ella describe su plan de de
Bartolo de desacreditar a Lindoro quien él cree que es un sirviente
del Conde que pretende conseguir mujeres para su amo. Para no dejar a
Lindoro solo con Rosina, el doctor Bartolo hace que Fígaro le
afeite. (Quinteto: Don
Basilio! — Cosa veggo!
- "¡Don Basilio! — ¿Qué veo?").
Cuando
Basilio aparece de repente, le sobornan con una bolsa de Almaviva
para que se finja enfermo. Finalmente Bartolo detecta el truco, echa
a todo el mundo de la habitación y se apresura a ir a un notario
para redactar el contrato de matrimonio entre él y Rosina. También
muestra a Rosina la carta que ella escribió a "Lindoro", y
la convence de que Lindoro es meramente un servidor de Almaviva.
La
escena queda vacía mientras la música crea una tormenta. El conde y
Fígaro suben por una escalera hasta el balcón y entra en la
habitación por la ventana. Rosina muestra la carta a Almaviva y
expresa sus sentimientos. Almaviva revela su identidad y los dos se
declaran su amor. Mientras Almaviva y Rosina están absortos el uno
en el otro, Fígaro les urge que se marchen. Se oye a dos personas
que se acercan a la puerta, e intentando escapar por la escalera, se
dan cuenta de que la han quitado. Los dos que se acercan son Basilio
y el notario y Basilio tiene que elegir entre aceptar un soborno y
ser testigo o recibir dos balas en la cabeza (una elección fácil,
dice él). Él y Fígaro firman como testigos el contrato de
matrimonio entre el conde y Rosina. Bartolo entra pero es demasiado
tarde. El aturdido Bartolo (que era quien había quitado la escalera)
queda tranquilo cuando le permiten quedarse con la dote de Rosina.
- Carmen (ópera).
Carmen
es una opéra
comique
francesa
en cuatro actos con música de Georges
Bizet
y libreto
en francés
de Ludovic
Halévy
y Henri
Meilhac,
basado en la novela Carmen
de Prosper
Mérimée,
publicada por vez primera en 1845,2
la cual a su vez posiblemente estuviera influida por el poema
narrativo Los
gitanos
(1824) de Aleksander
Pushkin.3
Mérimée había leído el poema en ruso
en 1840 y lo tradujo al francés en 1852.
La
ópera se estrenó en la Opéra-Comique
de París el 3 de marzo de 1875, pero su estreno fue criticado por la
mayoría de los críticos.5
Estuvo a punto de retirarse casi después de su cuarta o quinta
representación, y aunque esto se evitó, al final llegó a las 48
representaciones en su primera temporada,6
hizo poco para subir los decaídos ingresos de la Opéra-Comique.
Cerca del final de su temporada, el teatro regalaba entradas para
incrementar la audiencia. Bizet murió de un ataque al corazón, a
los 36 años de edad, el 3 de junio de 1875, sin llegar a saber nunca
cuán popular iba a ser Carmen.
En octubre de 1875 fue producida en Viena, con éxito de público y
crítica, lo que marcó el inicio de su popularidad mundial.7
No se representó de nuevo en la Opéra Comique hasta 1883.
Esta
última ópera de Bizet no sólo transformó el género de la opéra
comique
que había permanecido estático a lo largo de medio siglo, sino que
virtualmente puso fin al mismo. En unos pocos años, desapareció la
tradicional distinción entre la ópera
(seria, heroica y declamatoria) y opéra
comique
(ligera, burguesa y con diálogos hablados). Más aún, Carmen
alimentó un movimiento que iba a ganar tanto celebridad como
notoriedad, primero en Italia y luego en el resto del mundo: el culto
por el realismo conocido como verismo.
La
temprana muerte de Bizet, y la negligencia de sus herederos y
editores llevó a grandes problemas sobre los textos para los
estudiosos y los intérpretes, como ocurrió con el resto de sus
óperas, y sólo empezaron a encontrarse soluciones en los sesenta.
La
historia de Carmen está ambientada en Sevilla,
España,
alrededor del año 1820, y lo protagoniza Carmen, una bella gitana
con fiero temperamento. Carmen, libre con su amor, seduce al cabo
don José, un soldado inexperto. La relación de Carmen con el cabo
don José lleva a que éste rechace a su anterior amor, al
amotinamiento
contra su superior y a unirse a un grupo de contrabandistas. Sus
celos cuando ella dirige su amor al torero Escamillo llevan a don
José a asesinar a Carmen.
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