El Proyecto inicial del Canal se remonta a 1446 cuando
surgió el proyecto de la acequia del Ebro. Su historia abarca varios siglos
desde el Privilegio General concedido por el rey Católico en 1510 hasta la
terminación de la Presa de Pignatelli en 1789.
Su construcción se inició en el último tercio del siglo
XVIII, pero sus orígenes se remontan al siglo XVI, cuando surgió el proyecto de
la “Acequia Imperial”.
En 1510 los Jurados de Zaragoza pidieron al Rey Fernando
el Católico el privilegio de sacar del Ebro una acequia para mejorar y extender
los riegos de la huerta meridional de Zaragoza.
Las dificultades económicas y
políticas, unidas a los problemas técnicos, básicamente de nivelación,
consiguieron que las obras no llegaran a su fin.
Durante los siglos XVI y XVII los problemas se incrementaron
con sequías, avenidas del río y cambios en la administración de la acequia.
Fue el 9 de Mayo de 1772, gracias al impulso dado en el
Gobierno por el conde Aranda cuando se nombró protector del Canal a don Ramón
de Pignatelli, cuya idea era construir un Canal que comunicara el Cantábrico
con el Mediterráneo.
En 1782 las aguas cruzaban el río Jalón por el grandioso
acueducto que actualmente se encuentra en servicio. En ese mismo año, llegaron
las aguas del Ebro a la ciudad de Zaragoza. Ramón de Pignatelli y Moncayo mandó
construir una fuente de gruesos chorros junto a las esclusas de Casablanca,
como celebración y memoria de la llegada de las aguas del Ebro por la vía del
Canal Imperial a la ciudad. Es la conocida Fuente de los Incrédulos.
Así mismo se estableció por su recorrido un servicio de
transporte de viajeros y mercancías entre Tudela y Zaragoza salvando una
distancia de 108 kilómetros. El establecimiento en 1861 del ferrocarril
Zaragoza-Alsasua, con un recorrido paralelo al del Canal, hundió el tráfico. La
construcción de otras líneas de ferrocarril hicieron perder fuerza a las ideas
de prolongar el canal y hacer navegable el Ebro.
En 1986 se constituyó la Comunidad General de Usuarios del
Canal Imperial de Aragón que agrupa a todos los usuarios y entre otras, tiene
las competencias de la recaudación y la administración del agua.
En 1757 el Conde de Aranda, reconoció en nombre del gobierno
el antiguo cauce de la acequia o canal imperial y ordenó sacar planos con el
fin de continuar las obras que habían sido iniciadas en tiempos del emperador
Carlos V. Esos planos y estudios quedaron archivados en la Secretaría de Estado
hasta que en 1768, se constituyó la "Compañía del Canal de Aragón".
El 5 de mayo de 1772 fue nombrado protector del Canal a
Ramón Pignatelli. El Proyecto general de Pignatelli era construir un canal de
comunicación del mar Cantábrico con el Mediterráneo. La realización de sus
planes conllevaba el convertir la acequia que en principio era para riego en
canal de riego y navegación.
El 14 de octubre de 1784 llegan las aguas del Ebro a la
ciudad de Zaragoza hasta la Fuente de los Incrédulos y en 1790 se coloca la
última piedra en la Presa Nueva del Bocal.
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